SANTIAGO ABASCAL DEVUELVE LA VOZ A MILLONES DE ESPAÑOLES CON SU DISCURSO EN EL PARLAMENTO

Comenzó haciendo lo nunca visto en 40 años de democracia: dar las gracias al ujier por entregarle un vaso de agua.

Decía mi abuela que el verdadero señorío jamás se complace en humillar al inferior, y tampoco en ignorarle. Un simple y espontáneo gesto de Santiago Abascal agradeciendo al ujier que le llevase un vaso de agua ha servido para establecer diferencias nada más subir a la tribuna, porque que yo recuerde nadie en 40 años de democracia ha hecho gala del mismo detalle de elemental educación; y a pesar de sus estudios -reales o falsos-, y de sus carteras -las ministeriales y las que llevan en los bolsillos-, los aspirantes a Gobierno han demostrado en ésto como en tantas cosas que tienen de todo menos señorío. Por no tener, no ha tenido Sánchez ni el valor de enfrentar con los ojos al líder de VOX mientras éste le dirigía tal suerte de certeras estocadas, una detrás de otra, que hubiera hecho reaccionar a cualquier otro hombre más bragado y menos patán.

Sánchez ha permanecido durante el discurso de Abascal, como decimos por el Sur "mirando al tendío", pero no ha tenido más remedio que escuchar palabra por palabra lo que hasta ahora nadie se ha atrevido a decir con claridad tan meridiana.

Santiago Abascal ha dejado clara la total oposición de VOX al despropósito social y económico que representa el frente de izquierdas, en nombre de los millones de españoles que han depositado sus esperanzas de levantar el país en manos del líder de VOX. Sin incurrir en ningún tipo de demagogia ha ido exponiendo los problemas del español medio y la ineptitud del Gobierno para aportar soluciones: desde la primera mención a las fuerzas del Estado que se ven desprotegidas al ser atacadas salvajemente por los inmigrantes que saltan la valla, al recuerdo emocionado de su padre y otras víctimas de la barbarie de ETA que hoy ven cómo sus verdugos han cambiado las rejas por un sillón en el Parlamento.

El líder de VOX se ha mostrado inflexible en todo lo que atañe a la Unión del territorio español, como debería haber hecho y no hizo el Gobierno de Rajoy en su momento con el problema catalán; desde la perspectiva de hallarse ante una pandilla de clase media racista, caprichosa y alienadora ataviada con ridículos lazos amarillos.

En resumen, Abascal se mostró en el hemiciclo como el testigo terrible de Dumas: aquél cuyo discurso no admite réplica por verídico e incuestionable.

Santiago Abascal en el Parlamento

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