EL MATRIMONIO GAY Y OTROS CONCEPTOS MORALES
Hay ejercicios de libertades que no deberían ser motivo de discordia por no afectar de forma negativa a quienes no los compartan. Ocurrió con el divorcio en 1982: mucha gente se escandalizó y no entendió que la medida estaba enfocada a favor de las mujeres y no en contra, y por tanto muchas mujeres temerosas de que sus maridos corrieran a divorciarse clamaron por la necesidad de proteger la familia, por el orden social y las creencias religiosas. Sin embargo la del divorcio no era una ley que se prestara a opiniones, como la del aborto: estuviera uno o no de acuerdo con ejercer este derecho, nadie podía imponer a otro la obligación de permanecer en un matrimonio desgraciado; quien no quisiera divorciarse no estaba obligado, pero su opinión no podía imponerse ante quien quisiera hacerlo.
Las cuestiones morales y religiosas dependen de muchos factores - en mi caso fue un sacerdote claretiano quien me aconsejó el divorcio-, y con el tema del aborto ocurre lo mismo en determinados casos: yo encuentro más cruel condenar a una criatura a una vida de enfermedad extrema que interrumpir a tiempo un embarazo, y aunque habrá quien se tenga por superior en materia moral una cosa es encontrarse con el problema una vez esté el niño en el mundo y otra hacer caso omiso de un diagnóstico prenatal en nombre de las creencias propias; tener un hijo a edades tempranas también me parece un ejercicio de irresponsabilidad, porque si la madre no está formada difícilmente podrá formar al niño que viene, y entiendo que el derecho del niño a vivir bien es superior incluso al de vivir en general.
En 2005 se aprobó el último de los conflictos morales susceptibles de ser legislado: el matrimonio gay. Quince años más tarde contraía matrimonio la primera pareja homosexual perteneciente a la Policía Nacional: Chema y Jonathan se llamaban los primeros contrayentes del Cuerpo; un cuerpo en el que la sola sospecha de ser gay venía siendo motivo de expulsión. El tema jurídico acerca del matrimonio gay estaba claro, puesto que el matrimonio no es más que una sociedad civil complementada con la Afectio Maritalis, es decir: el amor entre los contrayentes; que los contrayentes sean de distinto sexo o del mismo no tiene importancia bajo el prisma jurídico. Ahora bien: volvemos a las convicciones morales y a las creencias religiosas; incluso hubo compañeros de la Policía Nacional que afearon la noticia, como si ser gay tuviera que ver con el valor o la competencia en las Fuerzas del Estado.
Hace muchos años que tengo una amistad facebookiana con un artista de Algaida del Aljarafe que ejerce a veces de maestro de ceremonias en bodas civiles; se trata de Manu Albarrán Asencio. Como buen poeta, el maestro Albarrán escribe y recita unos textos maravillosos para celebrar el amor, y lo mismo da entre quién, porque estar enamorado es la maravilla más grande que puede vivir el ser humano. Uno de los pocos casos de matrimonio bien avenido que conozco es precisamente entre dos hombres: guapísimos ambos, maravillosas personas y el uno por los huesos del otro; matrimonios de toda la vida en los que la Afectio Maritalis no está ni se la espera los conozco a cientos...
En todo caso nadie puede privar de sus derechos a un tercero porque no comparta su punto de vista. En lo tocante al matrimonio homosexual se hace patente que todavía están grabados a fuego los estereotipos. Puede haber -de hecho en muchos casos la hay- más verdad en el amor que canta Manu Albarrán Asencio que en el que entendemos por tradicional.
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