LA DIFUSIÓN DE VÍDEOS SEXUALES: EL TERRORISMO ÍNTIMO
Transita por Sevilla un hombre que ha hecho de pasar desapercibido todo un arte a pesar -o quizá por eso- de ser uno de los sibaritas más exquisitos que ha podido dar aquella tierra. En Sevilla se le conoce por Pernogué, y no hay desde que tengo recuerdo personaje más entendido en las lides que vamos a tratar, porque si en la tierra del Guadalquivir hubo un Tenorio éste no le va a la zaga, y si hay un hombre que entienda de mujeres, es sin duda alguna mi admirado Pernogué.
Como sé de su amistad con Fran Rivera acudo a él para comentar el revuelo que ha causado su comentario en Espejo Público sobre la incontinencia de los hombres a la hora de compartir un vídeo sexual, porque yo comparto la opinión de Fran Rivera pero con matices, y siempre es bueno enriquecer la opinión propia con la de un experto. En este caso coincidimos los dos en que los hombres comentan, cuentan y enseñan ese tipo de vídeos; pero el matiz viene después como en la canción de Mecano: Comentan, cuentan y difunden los que no se comen una rosca. Los otros, los que están hartos de pasar por distintas camas, no tienen la necesidad de reforzar sus egos contando batallitas.
Esta cuestión de comportamientos propios de uno y otro sexo tiene, naturalmente, excepciones a tener en cuenta; pero por regla general los hombres presumen de conquistadores y las mujeres callamos nuestro curriculum amatorio -sobre todo si es extenso, o precoz, o inconveniente por la razón que sea-. En cambio las mujeres, cuando nos lanzamos a criticar el Ars Amandi del contrario, podemos ser mucho más implacables que los hombres.
La cosa es que contar batallitas o mencionar el estado y calidad de los atributos físicos de alguien que haya pasado por nuestra cama es una ordinariez; y enseñar vídeos o fotos íntimas con intención de presumir será todo lo deleznable que ustedes quieran, pero lo hacemos; tanto unos como otras: solo varían los motivos.
En el caso de Verónica, la trabajadora de Iveco que se ha suicidado tras hacerse viral un vídeo íntimo grabado para otra pareja hace cinco años, las sospechas recaen sobre esa pareja anterior. Parece ser que el hombre quería tema y ella prefirió seguir fiel a su marido; de ser así el individuo habría obrado movido por la venganza y por una nula capacidad de frustración ante el rechazo. ¿No eres mía? Pues te destrozo la vida... Y unas imágenes que deberían haber sido destruidas o conservadas en la intimidad para la que fueron grabadas se compartieron de forma masiva. Pernogué llama a esto, con mucha razón, terrorismo íntimo, y recuerda las fotos que vendiera en su día Alessandro Lecquio con Mar Flores en la cama: una simple foto supuso la ruptura de la modelo con Cayetano Martínez de Irujo, y pasar por una depresión como la copa de un pino.
A partir de ese momento Verónica empezó a sufrir acoso por parte de sus compañeros de trabajo, y llegó a denunciar la situación ante el departamento de recursos humanos. Se ve que Iveco no hizo gran cosa para proteger a Verónica -que ya les vale-, y el peso de la vergüenza cayó sobre ella. Cada persona es un mundo: Olvido Hormigos supo sacar partido de esa vergüenza volviéndose un personaje público, pero Verónica optó por quitarse la vida. Por lo visto el detonante fue la certeza de que el vídeo había llegado a manos de su marido. Habrá quien piense que no tenía tanta importancia, habida cuenta de que había sido grabado en un tiempo muy anterior, pero ¿qué quieren que les diga? Hay cosas en las que no es normal recrearse: a nadie le gusta ver a su pareja en esas lides por muy lejanas que estén en el tiempo. Sobre las parejas anteriores lo razonable y conveniente es correr un velo que tenga la consistencia de un telón de teatro.
Fran Rivera decía en Espejo Público que es conveniente no hacerse ese tipo de vídeo. Ésta es una verdad políticamente incorrecta porque uno será libre de grabarse como le venga en gana, pero las libertades también acarrean consecuencias. Si algo te da la experiencia es el confiar cada vez en un número más reducido de personas -por no decir en nadie- a la hora de compartir intimidades, porque el amigo de hoy puede ser el enemigo de mañana. Lo malo es que se llega a esta conclusión después de haber transitado por la vida como transitan por Sevilla los Castellanos de Pernogué.
La intención de Fran Rivera no ha sido culpabilizar a las mujeres, sino advertirlas de que tengan cuidado porque estas cosas ocurren; pero como era de esperar la progresía enseguida ha puesto el grito en el cielo: Cristina Pedroche e Irene Montero siguen insistiendo en que las libertades pasen por encima del sentido común: "¿Quiere que seamos recatadas?" No, señora: Quiere que seamos prudentes, que no es lo mismo. Si a una no le importa salir desnuda hasta para anunciar zapatillas allá ella con su cuerpo: yo entiendo a Fran Rivera porque tengo dos hijas y no me gustaría verlas así. Que es delito, dice... ¡Pues claro que es delito, señora! ¿Quién dice lo contrario? Y si la otra no hace más que estar a la caza de un motivo para decir sandeces, allá ella también. Las consecuencias de sus sandeces las acaba de pagar Irene Montero en las urnas.
Pernogué, que comparte mi punto de vista sobre sandeces, y ha compartido también la rueda izquierda de la carreta del Simpecado de Triana con Fran Rivera muchos años, sin duda conoce al torero mucho mejor que Cristina Pedroche e Irene Montero, y está con él en que prevenir de las consecuencias, sobre todo a la gente joven, es una necesidad. Aquí no se juzga a Verónica; al contrario: Aquí se juzga al chufla que ha subido el vídeo y a los miles de chuflas que lo han ido compartiendo hasta volverlo viral... Y con respecto a la afirmación de que los hombres no pueden evitar compartir este tipo de vídeos cuando les llegan vía Whatsaap o redes, decir que siempre hay excepciones honrosas. Él mismo, por ejemplo.
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