El CEO kirchnerista de YPF quiere una indemnización en dólares
El alejamiento del CEO de YPF, Miguel Galuccio, que parecía dirigirse a un divorcio en el que ambas partes estaban de acuerdo, comenzó a complicarse en las últimas horas. Hubo asambleas del más alto nivel que no acabaron de cerrar un punto central y también inesperado: Galuccio pretende que le paguen una indemnización de alrededor de cinco millones de dólares para dejar su cargo de manera pacífica.
Galuccio, quien retornó a Argentina de la mano del ex gobernador kirchnerista Sergio Urribarri, desea que se respete la cláusula golden parachute que había incluido entre las condiciones del contrato para abandonar el cargo que ocupaba en la gerencia general para México y América Central de Schlumberger, empresa petrolera que se encuentra en el top 100 del ranking de las mayores empresas del planeta.
Para rescindir su contrato, la cláusula prevee el pago de una indemnización de 5 millones y medio de dólares, y ese es el importe que el CEO de YPF nombrado en el kirchnerismo estaría intentando cobrar. Sin embargo, Galuccio tiene en contra el paso del tiempo. Son, en moneda nacional, más de ochenta millones de pesos, que Galuccio desea que le paguen, y de una sola vez.
La intención cayó de muy mala manera en el gobierno de Macri, que está efectuando un reordenamiento del Estado nacional, que incluye despidos de militantes kirchneristas y disminución de empleados en todas y cada una de las oficinas públicas. Va a ser bien difícil para la administración macrista justificar en público ese sustanciosa indemnización si la llevara a cabo, mientras en los medios, en las calles y en las redes sociales suenan los ecos de protestas de los estatales ñoquis que fueron despedidos a causa de los decretos firmados por el Presidente.
Frente al reclamo planteado por el petrolero, brotó una primera observación que se le presentó a Galuccio: no hay ciertamente un despido, ya que se está ante un renuncia acordada por ambas partes. Otro punto: un pago de más de cinco millones de dólares a un ejecutivo que tuvo muchos puntos pobres en su gestión, sería políticamente imposible.
Galuccio no tenía todos los papeles en regla, ya que se hicieron de conocimiento detalles de cuentas off shore y de sociedades que se abrieron y se crearon con nombres propios para encauzar los más de 1.000 millones de dólares que puso Chevron para un acuerdo del que todavía no se sabe nada. Pero ninguna cuenta estaba a nombre de la empresa. Un poco extraño. El razonamiento a favor fue que de esta manera se impidió que los holdouts, con sus ansias de embargar, pudiesen conseguir su objetivo incautador. El razonamiento en contra: al estar fuera del alcance de los controles, absolutamente nadie va a poder saber jamás si en el acuerdo hubo algún porcentaje desviado o que se quedó en el camino.
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